Pones “Sergi Baos” en la hemeroteca y salen más de cien menciones. Baos (Palma, 1976) es teatro: actor, escritor, director, lleva dos décadas demostrando talento en varias de las vertientes que ofrece la escena. Como el binomio talento+ambición otorga el margen necesario para lograr cualquier objetivo y él lo tiene, se ha lanzado a adaptar y dirigir un hito de la literatura y el teatro universales, Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. Lo hace acompañado por lo que vendría a ser un mini dream team de la escena local, un equipo de intérpretes de contrastada categoría.

Un tranvía anomenat desig, de Tennessee Williams. Adaptación y dirección de Sergi Baos. Con Rodo Gener, Alexandra Palomo, Marga López y Juan Manel Vadell. Fotografía de Àngel Romaguera. Viernes y sábado, y jueves, viernes y sábado de la semana que viene. Patio del Arxiu del regne de Mallorca (Ramon Llull 3), 15 € con consumición, reservas en elsomniproduccions.com.

*Sopas mallorquinas sortea 1 entrada doble a elegir entre la función de viernes o sábado. La ganará el primero que envíe un mail con el asunto “Tramvia” (más el día de función elegido) a sopasmallorquinas@gmail.com

“KOWALSKI ES CONTEMPORÁNEO”

-Ante una obra escrita en 1947 viene inevitablemente a la mente una palabra: vigencia, de contenido, formas y mensaje.

-Yo también me lo pregunto siempre, más aún después de releerla, porque adaptar es siempre obligado. Además, es una obra muy americana y representativa de un momento muy concreto: Segunda Guerra Mundial, inmigración polaca, recuerdo de un mundo que ya no existe, la presencia de aquella América del Sur… Todo eso ha perdido vigencia. El teatro tiene que ser un diálogo del aquí y ahora. Por eso se ha dicho que el teatro es el arte más político, porque se ancla en el ahora.

-¿Cuánto has acercado el texto a 2016?

-Todo lo que he podido. Hemos buscado un perfil totalmente contemporáneo y reconocible, a pesar de que no se menciona en ningún momento un año o un lugar y no hay referencias americanas, tampoco mallorquinas.

-¿Sigue siendo lo más potente de la obra de Williams el choque entre culturas, entre clases sociales, entre fuerza bruta y prejuicios silenciosos?

-Es fundamental. Es un contenido que no se podía obviar, pero tenía que pasarlo por mi filtro personal. Son esos dos mundos enfrentados: educación y virtud frente a poca educación y fuerza bruta. Y eso es contemporáneo. Kowalski es contemporáneo.

-¿Y la frase final de Blanche, “Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños”, tan representativa?

-La frase aparece en esta adaptación. Es su motor, resume al personaje: prefiere depender de lo desconocido que de lo conocido, y por ello ha sido castigada, cosa que también hace nuestro mundo contemporáneo.

-Has adaptado y dirigido al gigante Tennessee Williams después de hacerlo con el no menos totémico Chejov de Ivànov. Ja no hi ha mosques. O se es ambicioso, o no se es. Intuyo que aquel joven de la compañía universitaria Conelcantoenlasien de 2001, o al escritor que se estrenó en 2008 con Ivànov. Ja no hi ha mosquesHorroris causa

-Hablaba con [el actor, escritor y director de teatro] Joan Carles Bellviure sobre que hay que hacer siempre nueva dramaturgia, y él decía que sí, pero que también hay que hacer siempre teatro de texto, porque nunca vas a superar lo ya escrito. Hay que hacerlo, recuperar grandes textos, pero pasarlos siempre por nuestra sangre. También he de decir que Joan Porcel [de El Somni Produccions] ha sido fundamental a la hora de animarme y empujarme en este proyecto. Diría que Chejov y Williams están conectados, aunque no sé si a aquél le gustaría éste. El primero es el maestro del silencio, de lo no dicho, mientras que el segundo es ultraexpresivo.

-Pones “Sergi Baos” en la hemeroteca y salen más de cien menciones. Has sido hiperactivo, o un espabilado.

-Creo que más que nada soy mayor. Lo pienso ahora que veo que tengo canas, cosa que no me importa en absoluto.

-¿Ha sido difícil encontrar a intérpretes que se atrevieran a enfrentarse al recuerdo de Marlon Brando y Vivien Leigh (protagonistas de la celebrada adaptación fílmica dirigida por Elia Kazan)?

-Tenía la obsesión de huir de la película, que el espectador se olvidara de ella en cuanto empezara la obra, aunque sabemos que existe la expectativa de ver qué hemos hecho con ese recuerdo tan potente.

-Sin desmerecer al resto del elenco, y no solo por darte la razón, uno piensa en Kowalski (el protagonista, Marlon Brando) y trata de imaginar a un actor local que pueda expresar lo rudimentario y también lo poderoso, la rotundidad física y también la sexual, y casi inmediatamente piensa: Rodo Gener.

-Lo teníamos claro. Puedes adaptar a Hamlet y darle mil aspectos, pero no a Kowalski. Es una fuerza de la naturaleza, puro sexo, arrogancia pero también inteligencia. Tampoco se nos ocurría otro nombre por su experiencia y solvencia.

-Un ejercicio de elucubración: ¿Cómo sería un Tranvía

-Poético. Creo que se aferraría al personaje de Blanche.

-¿Y por Rafel Duran (dramaturgo y director de teatro con el que también ha trabajado)?

-Estético, menos crudo que el nuestro, pues hemos eliminado retórica y poética buscando violencia y crudeza.

-Entrevistar a gente del mundo del teatro, no solo en Mallorca, suele incluir un mismo titular: “¿Crisis? El teatro siempre ha estado en crisis”.

-No puede ser de otra manera. La crisis está presente en esta adaptación aunque sea de manera implícita y aunque no sea un texto eminentemente político. Ha sido una hostia tan grande que está y siempre estará.