Guns’n’Roses + The Darkness. 22/07/2012, Son Fusteret, Palma. Aforo: 15.000 personas aprox.

HISTÓRICAMENTE IRREGULAR

Las hipotecas previas eran de peso: ni la banda acompañante tenía gancho popular al no ser la original, y ni la presencia ni la voz de la única estrella sobre el escenario son las que fueron. Pero el pro era también poderoso, pues a pesar de lo desvirtuado y desgastado, la relevancia del concierto lo situaba en primera fila de la historia de los conciertos en Mallorca.

El público respondió a la cita excepcional, descartando zarandajas tópicas: la isla quiere y puede albergar conciertos de talla mundial. Por mercado y por infraestructura. Que se dé por aludido quien deba, porque esto es cultura de calidad en una ciudad moderna. En cuanto a actitud, huelga también mirar por encima del hombro ya que fue la de cualquiera, ni más ni menos entregada. Incondicionales aparte, al público hay que ganárselo aquí y en Uagadugú (un ejemplo rotundo: los cánticos de “¡hijo de puta!” a la media hora de espera).

La velada empezó con pinta de tremenda, con coches casi amontonados en las cercanías del recinto que hacían prever una asistencia histórica y los pocos bares colindantes abarrotados. El buen escenario, digno de cualquier buen festival, sonaba como debía ya con los teloneros The Darkness: como una apisonadora, un puñetazo con guante de hierro, una hostia de rock&roll. Limpio y con detalle, sin empaste.

Excelente actitud la de los ingleses y su buen blues rock glamuroso con cimientos de hedonismo setentero, reflejado éste en el mono de licra azul estampado que ceñía al cantante y también guitarrista. Lo que pudo ser risible acabó reflejando personalidad. Dos anécdotas encarnaron lo triunfal de su actuación: uno, el público pasándoselo pipa respondiendo a los coros (falsetes casi imposibles incluidos) que el cantante proponía; dos, el solo que éste se marcó sobre los hombros de un segurata que le paseaba entre el público.

Tan bien comenzó la cosa que si los Guns no hubieran demorado casi una hora su salida el subidón del inicio habría sido explosivo. El retraso y una primera canción insustancial (Chinese Democracy, la que da título al último disco oficial) desinflaron algo el globo. Pero claro, cómo no van a remontar tres pepinazos como Welcome to the Jungle, It’s So Easy y Mr. Brownstone. Después de ello, comenzó a reinar la irregularidad que definió al espectáculo. En casi ninguna ocasión volvieron a sonar seguidas dos canciones espídicas, viscerales o contundentes, y fueron demasiados las canciones calmadas y las aportaciones individuales de los músicos (extraordinarios instrumentistas pero, ¿por qué incluir canciones ajenas al repertorio de los angelinos?).

El delirio nonato dio lugar a la sensación de que el concierto volvía periódicamente a empezar, así con You Could Be Mine o Sweet Child o’ Mine. Como hipótesis, no habría estado mal hora y media de frenesí, dos horas escasas de éxtasis adrenalítico y emocional. En su lugar, casi tres horas de vaivén que no hicieron explotar cabezas y sí provocaron abandonos en el último tramo del show. La actitud del divo fue voluntariosa pero intermitente, y así ha generado tanta crónica desviada a la gracieta y la acritud. El espectáculo interruptus no quita trascendencia histórica a la fecha, debida tanto a la participación de Izzy Stradlin en varios temas como a lo irremediablemente vencedor del cancionero.

Guns’n’Roses en Palma: Intro + Chinese Democracy + Welcolme to the Jungle. Cortesía de Chinese DemocracyWelcolme to the Jungle

ceroizquierdo.com