El duelo tras la muerte de un ser querido es un proceso natural y se considera una reacción esperable que en general se va mitigando con el paso del tiempo. Pero hay algunas personas que sobrepasan los límites habituales de malestar y aún pasados seis meses, la mayoría de los días siguen estando tristes, bloqueados, sin ser capaces de hacer planes de futuro, ni de experimentar sentimientos positivos, lo cual les supone un gran impedimento en su día a día. Cuando ocurre esto último, consideramos que estamos ante un caso de trastorno de adaptación prolongado.

En el artículo prolonged grief disorders and persistent complex bereavement disorders publicado en el British Medical Journalen mayo de 2017 se plantea dos intervenciones terapéuticas para facilitar el proceso de duelo: previa al fallecimiento y tras el fallecimiento del ser querido.

Las intervenciones previas al fallecimiento, consisten en establecer planes de prevención en forma de terapia psicológica de afrontamiento de la pérdida. Se ha demostrado la efectividad de los mismos especialmente en familiares de pacientes con cáncer terminal.

Las intervenciones tras el fallecimiento consisten igualmente en terapia psicológica para afrontar las diferentes fases del duelo y combinarse con antidepresivos si el profesional clínico lo considerase oportuno. Este último punto precisa de mayor evidencia para poder implementarlo.

En opinión del Dr. Carbonell, toda pérdida genera un impacto emocional que aunque forma parte de la vida misma puede beneficiarse con intervenciones previas y posteriores al fallecimiento facilitando de esta manera que el proceso sea lo más llevadero posible y evitando que evolucione hacia un duelo patológico.

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