La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado al estrés como ‘epidemia global’. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la ansiedad o la depresión afectan al 14,6 % de la población adulta española, encontrándose su caldo de cultivo en los entornos laborales. Diversos estudios indican que el estrés es ya la segunda causa de los problemas de salud relacionados con el trabajo. Patologías como depresiones, dolencias cardiacas, alteraciones cardiovasculares, lesiones musculares, problemas isquémicos o dermatológicos pueden tener su origen o verse agravadas por culpa del estrés.

¿Cómo funciona el mecanismo del estrés? “Ante un estímulo externo nuestro organismo reacciona de dos maneras posibles: huida o defensa. Los problemas llegan cuando las demandas del estrés superan el umbral de lo que estamos preparados para afrontar”, explica Antonio Iniesta, presidente saliente de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT) y coordinador de La Guía Sobre el Manejo del Estrés desde Medicina del Trabajo, publicada este mismo año. El estrés se convierte entonces en un depredador silencioso que va mermando las capacidades del profesional.

Pero el estrés no sólo es devastador para la salud de las personas, también puede perjudicar seriamente a las empresas. “Tener empleados estresados significa duplicar los días de baja de la plantilla”, alerta José María García, director de Capital Humano y Beneficios de Willis Towers Watson. Y no se trata únicamente de los síntomas físicos; a nivel emocional el trabajador también se ve seriamente afectado, lo que se traduce en una merma en su rendimiento. “Se modifica el estado de ánimo y el comportamiento. Incrementa la inseguridad y las dificultades para concentrarse o tomar decisiones”, indica Yolanda Erburu, directora ejecutiva de Comunicación, RSC y Fundación Sanitas.

Con el fin de minimizar el estrés de sus empleados, cada vez más empresas se suman a los llamados programas de wellness (bienestar). “Se trata de crear entornos agradables para el trabajo y que posibiliten una gestión inteligente del estrés para así evitar la necesidad de un tratamiento médico”, comenta Yolanda Erburu. Fomentar el ejercicio físico moderado forma parte de esta labor de sensibilización”.

Por consiguiente, no debemos dejar de lado la importancia de monitorizar el nivel de trabajo que estamos realizando y compensarlo con actividades lúdicas que compensen el estrés acumulado durante el día. Para ello, la ayuda de un profesional es muy rentable, tanto en la prevención como en el tratamiento.

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