En los últimos años mi hijo Bruno me había ayudado, con una frecuencia constante, en la sala de Traperia30. Desde hace unos meses me había pedido que le buscara nuevos locales, para seguir trabajando. Y por eso ha estado un tiempo ayudando a dos amigos.
Pero su destino está más cerca de la fotografía y del cine. Hizo las pruebas hace unas semanas en Madrid, en la Escuela de Cine, y ahora, entre acongojados y felices, sabemos que a finales de septiembre iniciará sus estudios en ese centro madrileño.
He vuelto a tirar de amigos y le he pedido a uno que si puede darle trabajo. Quiere aprovechar el verano para estudiar más cine y sacarse un dinero que le ayudará, y mucho, en su estancia madrileña.
Estos días va de la zeca a la meca buscando piso en Madrid con amigos de aquí, tiene una entrevista de trabajo en un hotel donde el bueno de Pepe García va a darle una oportunidad y va a comenzar a volar por sí solo.
Anoche tuvimos una hermosa reunión con su madre, con el capitán salmonete y con un padre que daba consejos pasados por agua con gas. Entre Frank Cappra y Federico Fellini. La vida pasando por mis ojos, la vida poniéndome delante futuros viajes a Madrid.
Otro que no vuelve, le decía a Patricia, madre orgullosa que se ha volcado en la historia como solo saben hacerlo las grandes mujeres.
El tiempo nos va colocando a todos en nuestro lugar correspondiente. Él, aún por hacer, con la ilusión de comerse el mundo y poder desarrollar sus sueños laborales en un mundo que no está para ninguna broma pero que necesita gente con la suficiente ilusión y valentía como para querer hacer que esto sea de otra forma.
Bruno va a entrar, en muy breves fechas, en ese grupo de murcianos en el exilio. ¡Qué valentía e inconsciencia la suya! . ¡Qué los dioses de la creación le acompañen!