En el asalto a la casa de un arquitecto mallorquín cuya identidad no ha trascendido, los malhechores de nacionalidad paraguaya arramblaron con un botín de veinte mil euros en efectivo. Los atracadores fueron detenidos horas después, en un club de alterne donde estaban procediendo a la redistribución de la riqueza con las trabajadoras del local, en una interpretación impecable del credo liberal. Tras su fulgurante intervención, la policía tuvo la feliz idea de exponer los billetes y joyas recuperadas, a beneficio de los fotógrafos y como disuasión para futuros delincuentes.
De este modo, el morbo ciudadano pudo deleitarse con un despliegue significativo de billetes de 500 euros, que adquieren el rango de obras de arte por su exclusividad. Si su sola contemplación despierta la codicia de un ciudadano irreprochable, imaginen el efecto nocivo que pueden ejercer sobre almas descarriadas que no han sido educadas en un colegio de pago. Por tanto, he pensado que se debería ilegalizar de la noche a la mañana todo el papel de esta denominación. La medida impediría en primer lugar que se robara el dinero en tal formato. Por tanto, no sólo se incrementaría la seguridad ciudadana aquí y en Paraguay, sino que los propietarios dejarían de arriesgar su impagable integridad física.
Los billetes de autor de 500 euros son tan bellos que en ocasiones hay que pagar más de 500 euros para obtener uno de ellos. La supresión masiva de la aristocrática denominación circulante en Mallorca implicaría un saneamiento de la economía, dado que tendrían que aflorar al margen de la violenta intermediación paraguaya, sin más engorro que justificar su irreprochable origen legal para sustituirlos en ventanilla por un billete de numeración más modesta. Sé que llegamos con retraso por una vez, dado que en la agenda oculta de Rajoy figura una medida coincidente con este artículo, que será adoptada en los primeros 500 días –¿lo pillan?–. Sin embargo, nunca es tarde para jalear al vencedor de las elecciones y sus infalibles medidas de austeridad. Ánimo, Mariano.