La disputa surgida en los años treinta entre los propietarios de dos celdas de La Cartoixa para esclarecer en cuál de ellas se alojaron Frederic Chopin y George Sand se reaviva en el bicentenario del nacimiento del pianista, bautizado como Any Chopin por el Govern balear.

El asunto regresa porque el propietario de la celda número 4 ha demandado en el Juzgado de lo Mercantil a la sociedad dueña de la celda 2 por "publicidad ilícita" al entender que "engaña al visitante mostrando un espacio que no es en el que residieron Frederic Chopin y George Sand, y un piano que nunca fue tocado por el músico polaco", según recoge la denuncia. El juicio se celebrará el próximo 29 de junio.

La sociedad demandante, Quetglas Tous S. L., defiende en la demanda admitida a trámite que en la celda número 4 "Chopin terminó de componer sus famosos 24 Preludios para piano, así como George Sand acabó de escribir su novela Spiridion". La documentación aportada para defender dicha tesis está formada por una serie de dibujos que realizó el hijo mayor de George, Maurice Sand, de la celda –en aquellos momentos sin numerar– en la que estuvieron alojados entre el 15 de diciembre de 1838 y el 11 de febrero de 1839. El dibujo, La Cellule, está pintado desde el jardín del aposento. Por la perspectiva que ofrece y por la situación del campanario, un estudio perital encargado por los Quetglas Tous ratifica que la perspectiva del dibujo coincide con la celda 4.

La demandada, Rosa Capllonch, propietaria de la celda 2 junto a su hermano, alegó ayer a DIARIO de MALLORCA que "el hijo de Sand tenía quince años cuando hizo ese dibujo y además hay otro que pintó sobre la Catedral donde ilustró una torre donde en realidad no estaba. Y otro de Son Vent donde pinta una casa con una sola planta cuando se sabe que tenía también un primer piso".

La propiedad de la celda número 4 cita también algunos estudios en los que se asegura que la auténtica estancia en la que moró Chopin era la número 4. Uno de ellos es La auténtica celda de Chopin de la Cartuja de Valldemossa de Edouard Ganche, creador de la primera sociedad Chopin en París, o Les voyages en Espagne de George Sand 1808-1838, de Christian Abbadie.

Por su parte, Capllonch defiende en su documentación que en 1935 la Comisión de Monumentos Históricos de Balears, por encargo de la dirección de Bellas Artes de Madrid, decidió por votación con empate dirimido por el voto doble de la presidencia "que la celda que habitó Chopin fue la número 3. Sin embargo, la mitad de los miembros de la comisión formularon voto particular en favor de la celda 2, ´que tiene también a su favor una tradición tan antigua al menos y mejor probada que la 3´, reza el documento", refiere Capllonch.

El piano que tocó Chopin en Mallorca es otra de las desavenencias que el juez tratará de aclarar. La sociedad Quetglas Tous, amén de la celda 4, posee el piano marca Pleyel en el que, según los papeles que aportan en la demanda, el músico polaco estuvo componiendo durante su estancia en la isla. La documentación con referencias al Pleyel está conformada por algunas cartas del epistolario de Chopin y Sand, así como alguna referencia en Un invierno en Mallorca de la escritora y compañera del músico polaco. También adjuntan la parte de Las memorias de Helene Choussat en la que ésta narra cómo adquirió el piano Chopin y se lo encargó a Pleyel antes de partir a Mallorca, así como el libro de caja de la Banca Canut donde se ordena el pago de los 1.200 francos del piano Pleyel según indicación recibida por carta y realizada por el propio Chopin a los Canut. Cabe recordar que los actuales propietarios de la celda 4 heredaron el piano de los Canut, a quienes anteriormente se lo había legado el pianista cuando partió de la isla.

Como contrapartida, Capllonch posee un documento de 1948 de la Academia de Bellas Artes de Sant Sebastià que certifica que el piano Oliver-Suau que poseen, "y que ya estaba en la Cartoixa antes de que llegara Chopin", fue usado por el músico durante su estancia en la isla. Los dueños de la celda 4 interpusieron un recurso ante tal decisión, ante el cual la Academia contestó que no podía pronunciarse.