La casualidad, la suerte o un accidente paterno, según se mire, han sido los culpables del éxito de Pere Antoni Salom y Mateu Esteban, dos aficionados astrónomos isleños que con un laboratorio casero han descubierto dos nuevas estrellas. Todo un hito para unos amantes de la ciencia estelar que invierten lo que tienen en un hobby "fascinante".

Todo ocurrió hace apenas una semana. Pere Antoni Salom, mecánico de profesión, pidió a su padre que introdujera en el telescopio que tiene instalado en su casa de Caimari el código de activación. "Todas las noches programo desde el ordenador que tengo en Inca el trabajo que quiero que haga. Se trata más bien de seguimientos de asteroides y de hacer fotografías", cuenta Salom a este periódico. Pero el progenitor dio al botón que no era y el objetivo y la alineación del aparato se perdió. Aún así, siguió haciendo fotografías. "Al día siguiente, repasando las imágenes me di cuenta de que había algo nuevo".

Y vaya si lo había. Tras repasar las coordenadas y comprobar que no existía nada registrado en ese punto del espacio decidió enviar su hallazgo al observatorio de Ginebra junto con las imágenes de lo que parecía ser también otra estrella. "Dieron el visto bueno enseguida". Así, el primero de esos cuerpos celestes recibió el nombre de PASME –las iniciales del nombre de sus dos descubridores–; el segundo aún no tiene denominación.

Aunque Pere Antoni Salom resta méritos a su hallazgo, lo cierto es que no es fácil captar esta categoría llamada variables eclipsantes con un laboratorio tan sencillo. Se trata de un conjunto de estrellas que orbitan unas alrededor de otras, lo que provoca que, según el ángulo de visión, la intensidad de la luz sea más o menos intensa.

Lo sorprendente de toda esta historia es el material utilizado en todo el proceso. Fue el propio Salom el que construyó la cúpula, a semejanza de la del Observatorio de Costitx, en Caimari. Unos cuatro mil euros se dejó en aquella obra; aparte, todo el equipo técnico y el telescopio con sus diferentes lentes que también suma un precio similar. El presupuesto anual de mantenimiento, unos 500 euros. "No hago cuentas de lo que vale. Es algo que me gusta y que llevo haciendo desde hace mucho tiempo y seguiré así. Quizás no descubra nada más, no pasa nada, me gusta la astronomía", subraya.

Para los aficionados que quieran buscar a PASME sólo tienen que ´apuntar´ hacia la constelación de Taura. Cerca de Aldebarán la verán brillar.