Noche de estreno, la de Antonio Orozco, en Palma, que no en Mallorca, una isla que conoce bien y en la que le conocen. Más de mil seguidores, de todas las edades y sexos, mayoría féminas, se rindieron ante una voz y unas dotes interpretativas que le aúpan como uno de los grandes del panorama nacional. Dos horas de concierto, el pasado sábado en el Auditòrium, que gustaron a ambos lados del escenario y que sirvieron para degustar las nuevas canciones que el de Barcelona ha incluido en su último trabajo, Renovatio.

El protagonista se divirtió como un niño, y cuando eso sucede, ya se sabe, se contagia desde la primera a la última fila. Tan a gusto se sintió con los suyos que no dudó en romper barreras y bajarse a la platea para susurrarle al oído algunos de sus temas más aplaudidos. Su parroquia se lo agradeció y le sorprendió, cantándole cumpleaños feliz, con unas horas de antelación, pues es hoy cuando celebrará su 37 cumpleaños.

El autor de Es mi soledad y Sin ti disfrutó en su primera actuación en Palma, una ciudad en la que, según dijo, vivió en la década pasada y en la que, "en un piso de las Avenidas", perdió la virginidad. Confesiones dentro de una velada marcada por la variedad, por los momentos íntimos, que llegaron con temas como Estoy hecho de pedacitos de ti, y, sobre todo, por su faceta rockera, propulsada por una banda de ocho músicos que derrochó energía y guitarrazos, éstos servidos por Raúl Pulido, precisamente el encargado de calentar un ambiente (ejerció de telonero) cuya temperatura se mantuvo elevada desde el primer acorde hasta el guiño a Jacko, servido con Billy Jean, con la banda al completo o cantando a capella. Con Devuélveme la vida y con Ser o no ser se despidió, para volver, en un tiempo no muy lejano, prometió.