No es una pianista al uso, reniega de las etiquetas, adora a Bach y a King Crimson por igual, y sostiene que la música "es una relación de corazón a corazón". Es Hiromi Uehara (Hamamatsu, Japón, 1979), compositora y pianista con una técnica virtuosa y una energía que cautiva a quien la escucha. Ayer lo demostró en el Conservatori, donde contestó amablemente a las preguntas que le formularon estudiantes y seguidores, y a quienes ofreció un adelanto del recital que hoy ofrecerá enmarcado en el Jazz Voyeur Festival (20.30 horas).

"Me encanta actuar en sitios nuevos, así descubro nuevos públicos. Siempre trato de unirme al público y ser uno solo. Seguro que después del concierto todos somos buenos amigos", comentó ayer ante medio centenar de personas en el auditorio del Conservatori.

Da igual que acabara de llegar de Nueva York y estuviera "algo cansada", como dijo el codirector del Jazz Voyeur, Roberto Menéndez. "Siempre quiero tocar, esté triste o cansada. Me transformo al piano. Cuando toco no soy yo, soy yo más el piano", confesó antes de deleitar al público con uno de sus solos.

Nacida en "un pueblo muy pequeñito, donde no hay ni librerías ni internet", y crecida en el seno de una familia sin vínculos con la música –su madre es ama de casa, su padre trabaja en un banco y sus abuelos son granjeros–, Hiromi dio sus primeras clases musicales a los seis años y de inmediato se quedó hipnotizada con el piano. "Al acabar mi primer concierto, me quedé mirando al público, sin querer irme", recordó. Pero nada hubiera sido igual sin su profesora Noriko Hakita, quien le ayudó "a enamorarme del piano".

"¿Por qué el piano? Es el destino. Me siento conectada a él, soy parte del piano. En un concierto no sé dónde termina el piano y dónde empiezan mis dedos. Todo es uno", aseguró.

Formada en el Berklee College of Music, en Boston, e instruida por Ahmad Jamal, Hiromi ha tocado en medio mundo y ha grabado con los grandes, como Chick Corea, con quien editó Duet, álbum grabado en directo en el Tokyo Blue Note. "He aprendido tantas cosas de tanta gente, que no sé diferenciar qué he aprendido de cada uno", se sinceró al ser preguntada por su colaboración con el pianista estadounidense.

Su música tiene elementos de la música clásica, el rock y el jazz, pero no tiene nombre. "No me gusta clasificarme. No quiero limitarme a un estilo. La técnica de la música clásica es solo una herramienta, pero si no tienes nada que expresar, no te sirve de nada", espetó. En su opinión, sólo existen dos tipos de música: "Le que te hace sentir algo y la que no".

Hiromi reconoció que su música tiene algo "de locura y de campo de entrenamiento", que juega con "la improvisación" y que trata de transmitir "emociones, de cualquier tipo, ya sea alegría o tristeza".

"La música es un idioma universal, una conexión entre el saber y la inspiración. La buena música siempre cuenta historias", afirmó.