Eugenio Fernández (Sevilla, 1976) ha decidido celebrar el cuarenta aniversario de la llegada del hombre a la Luna demostrando que así sucedió. Físico, licenciado por la Universidad de Sevilla, confiesa que él también llegó a tener "sospechas" –"nunca dudas sólidas"– disipadas todas y para siempre tras casi cuatro años de investigación. En La conspiración lunar ¡vaya timo! (Laetoli) lo deja todo bien atado, un libro que se agota rápido y que el viernes presentó y explicó en el Observatori Astronòmic de Mallorca; que suma y sigue celebrando con ganas el Año Internacional de la Astronomía.

Fernández ha logrado desmontar cincuenta de los muchos bulos que ponen en duda los paseos iniciados por Neil Armstrong y Buzz Aldrin; el medio centenar "más conocido, más divulgativo o más freak". "No hay ninguno que no se pueda refutar, tarde o temprano se consigue", promete, comenzando por el clásico de la bandera que enarbolaron los astronautas, que se dice que hondeaba cuando no debiera hacerlo, por la falta de atmósfera en la Luna "Tenía también una mástil horizontal que la mantenía desplegada, en las fotografías se ve muy bien. Sobre los pliegos y las arrugas, las moldearon artificialmente los astronautas, no hay que olvidar que eran americanos". Alternativa, más fácil, ver los videos del momento, donde se aprecia que no se mueve ni un milímetro.

"Los conspiranoicos repiten que sólo existen 20 imágenes de la llegada del hombre a la Luna, cuando hay miles, una información ingente". Fernández desmonta otra gran mentira, y convida a visitar la web http://history.nasa.gov/alsj/ con material "para aburrir". Él lo ha examinado con lupa, motivado por sus alumnos de secundaria, cuya incredulidad ante la gesta no podía soportar. "Decidí hacer algo con ellos, investigar con ellos. Desmontar el mito nos ha producido mucha satisfacción. A su edad es importante no sentirse engañados, saber adoptar una actitud defensiva, constatar que lo que dice internet no es todo verdad".

"Si las misiones hubieran sido francesas también habrían generado dudas, pero es cierto que existe un odio innato a los americanos, que si algo lo han hecho ellos parece que no puede ser verdad". El físico les concede el beneficio a los tripulantes de los Apollo. Aunque su trabajo a su favor, sonríe, todavía "no me lo han agradecido desde la NASA"; sí el doctor Luis Ruiz de Gorpegui o físicos como Manuel Toharia.

El incrédulo, el que crea que las pisadas lunares son falsas, que las estrellas debieran aparecer en las fotografías tomadas desde la Luna o el que dude de los sospechosos estadios de la barba de Aldrin –"una sombra"– quizás deje de serlo tras pasear por este libro.