No han matado al parchís ni al Monopoly, pero han demostrado que hay vida más allá del azar y el dado que sólo suma casillas. Los nuevos juegos de mesa, con Alemania como incontestable laboratorio de ideas, han actualizado las ludotecas de medio mundo, reinventado las reglas y estrategias del ocio casero. España, que empezó la partida con algo de retraso, ya importa, traduce, piensa y distribuye las mejores propuestas, casi infinitas, casi imposible no encontrar una al gusto.

Mecánica asequible, dinámica potencialmente compleja. Es la fórmula, común en muchos de los juegos contemporáneos, que garantiza el ´casi para todos los públicos´. Y que fomenta una sana adicción, de la que es difícil escapar si existe predisposición a sentarse con amigos alrededor de una mesa. Es el caso, por ejemplo, del Munchkin, populares cartas-rol ambientadas en los dragones y mazmorras. Sus partidas pueden llegar a ser tan maquiavélicas como sus jugadores, con licencia para las alianzas interesadas, con los monstruos incluidos. O del medieval Carcassonne, una de las propuestas de tablero más jugadas, donde la estrategia y la colocación de las piezas es capital en cada turno, aunque no se margina al que no sea capaz de imaginar tanto.

Son "muy sencillos, aunque con muchas posibilidades". Habla Jaume Albertí, al frente de la palmesana tienda Gotham Comics, con un catálogo de juegos de mesa/cartas que ronda ya el centenar. Y que no cesa de actualizarse, porque "han dejado de ser algo minoritario", y tanto las nuevas ideas como la demanda crecen día a día. "El perfil del comprador, entre los veinte y los treinta años, incluso más", descubre. Su lugar común, que todos "buscan una salida a los juegos tradicionales". Y hay muchas, como confirma un vistazo a sus estanterías. De los duelos en el salvaje oeste que propone el Bang!, a las batallas aéreas del Wings of War!, la gestión ferroviaria de Pasajeros al tren o el miedo ambientado en el mundo de Lovecraft (La sombra de Cthulu). También Zombies!!!, donde no desperdiciar la munición es importante. O los simulados partidos del Rugby World. O las carreras del Fórmula Dé. O la competición por ser el compañero de piso más vago que propone el Chez Geek, un juego de línea más humorística.

"Se venden durante todo el año, especialmente en verano y Navidad", constata Albertí, que señala también una suerte de ´efecto dominó´. "Podemos estar varias semanas sin vender un juego, hasta que alguien lo descubre en casa de un amigo un fin de semana y viene a comprarlo a la semana siguiente". Ocurre, y mucho, con el Jungle Speed, una propuesta para gente con "nervio" donde los reflejos visuales y físicos –hay que coger un tótem antes que nadie– son fundamentales.

De precios asequibles –a partir de diez euros– y para un mínimo de dos jugadores, guiarse con éxito por los nuevos juegos de mesa es más fácil gracias a Bruno Faidutti (www.faidutti.com). Creador de Ciudadelas, la ´ludoteca ideal´ que propone en su web es una recomendable telaraña de conexiones.