Ajeno al baile de parejas, Tomeu de Son Rapinya fumaba de su pipa, una que no mata y que nunca se termina. El solitario Gegant de Son Rapinya, colocado a la vera de los tres que llegaron de Montblanc (Tarragona), colaboró como todos, eso sí, en hacer de la doble reunión de ayer la más grande que nunca ha visto Palma –que no la isla–, con 23 colles y 46 colosos que hacer bailar.

La XIII Trobada de Gegants de Palma, la III de Mallorca, inauguró sábado de Diada, tradición que se concentra en Palau Reial-Cort para terminar en la Plaça de España; sólo tras recorrer y animar Colom, Major y Sant Miquel. Siempre es divertido ver la cara del turista, invitado accidental que suma público a la fiesta y que no escatima en fotografía-recuerdo. Los anfitriones de la quedada, como siempre: Francinaina, Tòfol, Margalida y Tomeu. Así, los cuatro gigantes que salvaguardan la oficina de la alcaldesa fueron los que dieron la bienvenida al resto de colegas, que cercanas las once se plantaron frente al consistorio.

Fueron los convidados catalanes los primeros en bailar, Berenguer y Senda, una pareja que suma 100 kilos y que roza los cuatro metros de amor. Lo hicieron después de los parlamentos institucionales, ayer palabras de Eberhard Grosske, Francina Armengol y Aina Calvo. No hablaron, sí estuvieron, Cosme Bonet y Joana Lluïsa Mascaró. Terminados los discursos, sonido de Xeremiers y Tamborinos-Flabiols y a caminar tocan. Los más ancianos de los peregrinos, los Gegants de Manacor, Vicenç y Catalina, de 1927. Los más mozos (2006) y también los más altos (cuatro metros), los dos de la Agrupació de Colles, Foner y Tània.

"Gozan de buena salud". Toni Oliver, presidente de la Agrupació Gegantera de Balears, sonreía el éxito de la convocatoria, no completa, pues Mallorca, recordó, suma 25 colles. Y ayer no estuvieron todas. También aprovechó para hacerle una "petición" a la presidenta del Consell: "Que la Plantada de la Diada se descentralice de Palma, y que cada año la acoja un pueblo distinto, priorizando en aquellos que no tienen Gegants".

La Trobada –que programó a primera hora la visita de las autoridades a la tumba de Jaume II que guarda la Seu– transcurrió soleada rumbo a la Plaça de Espanya, donde pasadas las dos de la tarde los Gegants perdieron protagonismo, ya cansados de bailar y girar. Sus ´porteadores´, entonces, marcharon rumbo a Son Pardo, a comer.