Tomeu Pinya y Guillem Dols nacieron en la misma isla, el mismo 1982. El primero, licenciado en Comunicación Audiovisual y Bellas Artes, ganó la modalidad de Cómic del Art Jove en 2006. El segundo, que también juntó las dos carreras, se alzó con idéntico galardón el año pasado. Sus trayectorias, limítrofes, se han terminado cruzando ahora, recién publicas sus iniciales viñetas oficiales; respectivamente trazadas y guionizadas: Un pueblo blanco. El bar del barbudo (Planeta DeAgostini); Soy anécdota (Dolmen). Juntar a la pareja equivale a una charla entendida y distendida.

"Por inseguridad", confiesa Tomeu Pinya. "Por indisciplina", personaliza Guillem Dols. Son los motivos que han retrasado su debut editorial, una tardanza que les convierte en generación propia; a pesar de ser casi de la misma quinta que otros autores igualmente jóvenes, aunque algo más precoces en publicar. Sus primeras páginas –dos historias fabricadas con muchas historias– confirman estilos gráficos diferentes y resumen de inquietudes dispares. Pinya apuesta por la "complicidad" que el blanco y negro genera con el lector, y por un dibujo más "clásico" que entiende deudor de la obra de Will Eisner (The Spirit) o Craig Thompson (Blankets). Dols, que se "divierte" coloreando –algo que hace por "instinto"– traza más "sintético", guiñando al manga y a la viñeta alternativa americana. "No tengo un dibujo virtuoso", no lamenta el segundo. Y es que "el cómic no es el dibujo, los grandes narradores no son grandes dibujantes", añade el primero, poco antes de coincidir los dos: "¡Mira a Roger Crumb!".

Pinya y Dols han firmado los guiones de sus obras, una tarea que prefieren hacer ellos. El autor de Un pueblo blanco. El bar del barbudo ha querido poner el suyo al servicio de unos personajes carismáticos que, peregrinos, vienen y van por la posada de Rafa, imaginada en "un pueblo idílico del Mediterráneo". "Una historia de historias. De carácter intimista, y llena de humanidad. Todo el mundo puede encontrar algo suyo en ella", explica y espera.

Dols, por su parte, ha escrito y dibujado su particular "homenaje-parodia" a Soy Leyenda, la novela de ciencia ficción que Richard Matheson escribió en 1954. Hilo conductor, su protagonista, único ser humano en la faz de la Tierra, vive encerrado en casa, acosado por vampiros y matando el tiempo leyendo. Su biblioteca, llena de historias, se convierte en viñetas para el lector, narraciones paralelas que conforman un volumen con portada de revista pulp.

El futuro inmediato de ambos autores parece claro. Pinya –que acostumbra a trabajar y sobrevivir con storyboards para cine y publicidad– ya prepara sus siguientes dos cómics: la novela gráfica La Marea de San Pedro (Astiberri) y la adaptación de la novela El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad. Guillem Dols, que ha pasado los últimos dos años haciéndole los guiones a Andreu Buenafuente, comenzará a trabajar en un programa radiofónico de humor en Barcelona. Y a pensar en su siguiente cómic, para seguir contando todo aquello "que no cabe en la televisión".