El primer día en las regatas de Felipe de Borbón transcurrió entre la competición y la solidaridad. Por la mañana, presidió junto a doña Letizia el minuto de silencio en memoria de los dos guardia civiles asesinados por ETA, y capitaneó el CAM, embarcación con la que participa en la 28 Copa del Rey de Vela. Ya por la tarde, una vez concluida la competición, quiso apoyar la labor que desarrolla Unicef, organismo que celebró una fiesta mallorquina en las instalaciones del Real Club Náutico de Palma.

Al término de la jornada náutica, marcada por unas excelentes condiciones de viento, don Felipe se interesó por el trabajo de Unicef y posó con sus representantes en Mallorca para los medios gráficos. Con el objetivo de mostrar y acercar la cultura tradicional mallorquina a los mil quinientos regatistas que participan en la Copa del Rey de Vela, se ofreció en la carpa del Club Náutico una merienda con productos típicos de Balears, así como demostraciones de bailes regionales, un espectáculo de castellers y una exhibición de sopladores de vidrio y de artesanos de la comunidad.

La recaudación de la fiesta se destinará íntegramente a los programas de supervivencia infantil de Unicef, que trabaja sobre el terreno en más de 150 países y que constituye el mayor proveedor de vacunas para los países en desarrollo.

Horas antes, los Príncipes habían presidido el tributo a las dos últimas víctimas de ETA, en Club Náutico, junto a empleados del club, tripulantes y ciudadanos de a pie. También periodistas, que este año han batido el récord de los últimos años: más de trescientos inscritos, procedentes de diversos países.

La pareja llegó poco antes de las once de la mañana al Náutico. Conducía doña Letizia, un BMW. En las escaleras les esperaba el presidente del club, Matías Salvá, así como representantes de los dos patrocinadores de la Copa del Rey, Audi y Mapfre. Finalizado el acto en recuerdo de Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvà, los Príncipes se separaron. Don Felipe se unió a sus compañeros del CAM mientras que doña Letizia conversó durante treinta minutos con sus amistades, para luego abandonar las instalaciones al volante de su vehículo.

El viento se hizo de rogar ayer en la bahía de Palma, pero acabó soplando con fuerza. Al final, el barco de don Felipe acabó quinto, por detrás de los favoritos. Al término de las regatas, el Príncipe se subió al Aifos, donde permaneció unos minutos comentando el desarrollo de la prueba. Sobre las seis de la tarde, y después de saludar a distintos miembros de Unicef y atender la petición de algunos ciudadanos, entre ellos los padres de un niño minusválido, con el que aceptó fotografiarse, abandonó el club en compañía de tres regatistas.

La jornada de hoy, además de las regatas programadas, concluirá con una fiesta dirigida a los tripulantes de los 110 barcos que, procedentes de 19 países, se dan cita en Palma. Tendrá lugar en la carpa del Náutico, a partir de las seis de la tarde. Por la mañana, desde las 09.00, las terrazas reunirán a los participantes en la actividad Clínic Alex Rumbo a Ti, de la Fundación USP Alex, institución sin ánimo de lucro que desde 2006, año de su fundación, tiene como principales objetivos impulsar proyectos vinculados con la salud, con especial atención a la infancia y la discapacidad.