La confesada timidez de Eva Amaral deja de tener sentido cuando eleva la palabra a canción. Se diluye cuando agarra pandereta, cuando exhala armónica. Cuando tañe la guitarra acústica con esos chamánicos aires de Patti Smith. Su retraimiento en lo personal pesa lo mismo que el ímpetu de su voz tonada. Vale igual que su arrojo escénico, infinitamente huracanado, epiléptico, contagioso para toda la banda. Amaral indemnizó anoche con otro elogio al buen exceso; musical y profesional. Sin posibles agravios comparativos con lo brindado en otros lares. Honestos, los maños repasaron sin escatimar su primera década de música. Dos horas largas de función, treintena de melodías. Coreadas con algo de vergüenza inicial (en Mallorca ya se sabe) por los seis mil que no llenaron el Palma Arena. El velódromo comienza a afinar sus molestos ecos. Aunque le falta historia y le sobra pista.

Comenzar la velada con Kamikaze es toda una declaración de intenciones. Funciona así el directo de Eva Amaral y Juan Aguirre. En esta gira las noches se inauguran con el primero de sus nuevos ´pelotazos´. Después, con estudiada equidad, alternan su presente inmediato con su pasado más sólido. El público tarareó la iniciática sin fallar una estrofa, un perfecto ejercicio de mimetismo que todo buen single exige y facilita. Arrancada fuerte, pues. Y en creciente comunión popular; un feeling prolongado con Tarde de domingo rara y dos de las ineludibles: Universo sobre mí , armónica incluida; Toda la noche en la calle, para advertir que el pasado nunca vuelve.

[Tres años y medio sin pisar archipiélago bien merecen un cortés saludo. Un guiño en forma de bona nit por parte de los músicos. Eva habló por los siete y recordó lo bonito que se ve el mundo desde el escenario. También anunció sorpresas; Jaime García Soriano, ex Sexy Sadie, voz y guitarra amiga. Algo más tarde brincaría al escenario para ayudarles en Cómo hablar.]

Biarritz -creación de Aguirre- presentó sin presentaciones el chelo de Zulaima Boheto. Moriría por vos colmó de gusto a más de una, nostálgica de champán y ojos verdes. Resurreción, como confirmó la banda, no habla de amor, pero les hace renacer. Cómo hablar convidó a Jaime ´Sadie´ y sirvió de excusa para rendirse a las playas locales. La barrera del sonido sonó guitarrera y tiñó de rojo neón las pupilas del personal. Y Marta, Sebas, Guille y los demás (bien disimulada en su comienzo por un pícaro solo de armónica) fue la antesala del primer momento íntimo.

Elegida vía web por los fans, sonó Esta madrugada, que dejó solos en el proscenio a Eva y Juan, con acústica de doce cuerdas. Voz sobrada y a vueltas con la banda, ahora todos juntos en una fraternal sentada. Para el ´momento hermandad´, No se que hacer con mi vida (un tributo a sus primeros pasitos) y Escapar, cortesía de Moby. Con Estrella de mar (oscura ayer) y la sincopada Alerta, todos recuperaron su posición: Octavio Vinck retomó su guitarra; Iván González, su bajo; Quique Mavilla las teclas; y Coki Giménez las baquetas.

A partir de aquí, explosionó el Big Bang. Se reivindicó con el Blues de la generación perdida. Se confesaron con Te Necesito. Cantó Juan, Es tan sólo una canción. Gato negro, también Dragón rojo. El verano sin días. Revolución, y esa necesitada Sin ti no soy nada. Rock & Roll, su bonito y coral adeu.