La prosa de Enrique Vila-Matas pierde su virginidad catódica. Su premiado Viaje vertical deviene telefilme gracias a una tríada de autonómicas (TV3, IB3 y Canal Sur) y a un millón de euros. La primera de sus novelas filmadas cambia escenarios lusos por Sevilla, Mallorca y Barcelona; una licencia asumida, "no trascendental". El literato, lleno de "curiosidad" por el resultado, "nada inquieto" (por nervioso) ante el mismo, pasea por la isla en la tercera semana de filmación. "No he venido a fiscalizar el rodaje", adelanta relajado. "Sólo quería conocer al equipo".

En un veterano cafetín palmesano, calle Fábrica nº3, discurre la antepenúltima sesión isleña. Dentro, un repóquer de ilustrados locales -Tarabini, Josep J. Rosselló, Mendiola, Toni Serra y Cinto Planas- ficciona una tertulia literaria sugerida por el guión. Fuera, Vila-Matas espera con cierta parsimonia a que cese la acción. "Confío plenamente en Ona (Planas, la directora)", asevera creíble. "Conozco su trabajo y forma parte del mundo cinematográfico que comparto". El literato, "tranquilo" con vistas a la calidad del producto resultante, le otorga todos los galones a la máxima responsable del proyecto. "Una película es obra de la persona que la dirige, una novela de quién la escribe". Repartición justa de responsabilidades.

El novelista, con actitud inversa a la que proclama Juan Marsé ante cada obra que le ´roba´ el cine, habla del "viaje espiritual" imaginado para el septuagenario Mayol como una de sus obras algo "menos significativas". A pesar de haber sido premiada con el Rómulo Gallegos. "Inspirada" en un amigo de la generación de sus padres -un joven al que la Guerra Civil le estalló en la cara para privarle de toda "cultura democrática"- su revisada versión se estrenará en televisión el próximo septiembre. Con Fermí Rexach y Carles Molinet como cabeza de reparto.