Enrique Vila-Matas ocupó 248 páginas para trazar el Viaje vertical de Federico Mayol, un septuagenario condenado a la soledad que encontró en una peregrinación tardía y sin retorno el camino hacia su redención. Ahora, tras dos años de éxito impreso, la novela muta a digital. Se vierte su foliación en hora y media de telefilme -pergeñado entre TV3, IB3 y Canal Sur- nutrido de talento y escenarios mallorquines en su penúltima semana de filmación.

El equipo responsable visitó ayer el Hotel Delta. Decorado señalado para inmortalizar el encuentro entre el protagonista, interpretado por el veterano Fermí Reixach, y el palmesano Carles Molinet, ficcionado director de la hospedería, literato vocacional y, a la postre, narrador (en off) de la odisea del anciano.

Ona Planas, la directora (ópera prima) y responsable de la adaptación del texto, ordenó la mañana en el improvisado set, sito en la recepción del cuatro estrellas. Buen talante y gobierno amable para gestionar a los cerca de cincuenta implicados. Desde los técnicos hasta el peluquero, Paco Rodríguez, peleado con un bucle traidor instalado en la nuca de Reixach. Testigos de excepción, los turistas, agradablemente sorprendidos pero obligados a un check-in silencioso. Se comportaron.

Ensayos previos a la claqueta. Molinet entra en escena con exceso de velocidad. Hay que repetir. Sin resentimientos, hay "buen ambiente". Segundo intento. Mientras él arriba a su eje, el protagonista ya esta actuando, departiendo con la actorizada recepcionista, Caterina, Maria Rotger;  una de las seis Diperses que andan con su Xocolat Project por el Principal palmesano. La farándula obliga al pluriempleo. El actor mallorquín también lo sabe, recién finalizado un documental de Jaume I, recién comenzada la futura y coral serie de sobremesa, Llàgrima de sang, para el canal autonómico balear.

La jornada, maratón de once horas que contempló labor vespertina en el aeropuerto, se fue registrando a la velocidad prevista. Planos y contraplanos salieron a la primera. "Hemos cortado, la tenemos", proclamaba una y otra vez Lau Portnoy, ayudante de dirección. Productivo pues el segundo día en la isla, tras un lunes trabajado en el centro de Ciutat, dique del Oeste y Molinar. Participaron allí otros dos mallorquines, Joan Bibiloni y Rafel Ramis, costumizados como propietario del hotel y quiosquero.

Planas y cía. seguirán filmando en Mallorca algunos días más. Después, hacia Barcelona, última parada de un rodaje iniciado en Sevilla y Tarifa, donde estuvieron dos semanas. En septiembre se prevé el estreno de un proyecto que ha costado entorno a un millón de euros. Y que se ha permitido algunas licencias. Empezando por las localizaciones, todas patrias para la pantalla, todas lusas en la obra de Vila-Matas.