Mucha gente desconoce que en uno de los pueblos más pequeños del corazón de Mallorca existe una catedral a medio construir. La historia decía que en ese lugar se levantaría un templo que sería la envida de todos y que haría que el nombre de Biniamar diera la vuelta a la isla. Pero ese gran proyecto conocido como la Església Nova quedaría a medias. Los arcos, los contrafuertes y las paredes quedaron sin techo al que aguantar. El altar y las capillas sin santos para consagrar y el rosetón sin vidrieras para admirar. El triunfo del mal sobre el bien ganó la batalla. El pasado sábado, la iglesia se transformó en un ardiente infierno.

La colla de dimonis de Mancor de la Vall regresó el pasado sábado a escena tras su exitoso aTIÀr Foc de las fiestas de Sant Sebastià y eligió como escenario esta catedral a medio construir para ofrecer al público un espectáculo de fuego, luz y sonido. Acompañados por Es Macs de Biniamar y una enorme batucada, los dimonis derrocharon energía a través de sus bailes. Pólvora, petardos y mucho fuego que sobrevolaba la cabeza de los presentes, en su mayoría gente joven protegida para evitar las quemaduras.

El espectacular montaje escénico, que transformó la iglesia en las entrañas más profundas del infierno, se inició con la aparición de un ángel en las puertas del templo. Tras escupir sangre y ser sacrificado por unos frailes, el protagonismo fue para los veinte miembros de la colla que se deslizaban por andamios de madera y se mezclaban con el público.

La noche se prolongó en los alrededores con las actuaciones de Last Camel, Sandungueros Samba Club, Bertos Band, Drastick, DJ Fixa y Dj J.