El estudio que se realizaba entre 10.251 pacientes, conocido como ACCORD, buscaba probar si la terapia intensiva reduce de forma más efectiva el riesgo de ataque cardíaco y parálisis en personas con diabetes tipo 2.

Pero la prueba se interrumpió oficialmente el miércoles, 18 meses antes de lo previsto, después de que se detectaran 257 muertes entre pacientes sometidos a tratamientos intensivos, comparado con los 203 fallecimientos entre los que recibieron terapias estándar.

La terapia más enérgica incrementó el riesgo de muerte en un 25 por ciento, según recuerda hoy el "USA Today".

El diario señala que los hallazgos cuestionan el nuevo dogma en el tratamiento de la diabetes que apuesta por reducir de forma agresiva los niveles de azúcar en la sangre, lo que sirve para prevenir la ceguera y el daño en los nervios y ayuda a proteger el corazón.

El periódico estadounidense apunta en un artículo de portada que la paralización del estudio también plantea interrogantes sobre si el fármaco Avandia puede haber contribuido a las muertes inesperadas.

Los investigadores vincularon en mayo pasado el uso de Avandia a un mayor riesgo de ataque cardíaco, aunque los investigadores de ACCORD no encontraron vínculos con el uso de ningún medicamento.

"Se utilizó más (Avandia) en el grupo sometido a tratamiento intensivo que en el que recibía tratamiento estándar", dijo al "USA Today" William Friedewald, presidente del comité de supervisión del estudio.

Friedewald añadió, de todos modos, que "no hubo más muertes entre los que tomaban (Avandia) que entre los que no lo tomaban".

La Asociación Estadounidense de Diabetes recomienda que los doctores traten de obtener un nivel de azúcar en sangre de menos del siete por ciento.

Alrededor de 21 millones de estadounidenses padecen diabetes y casi 300.000 mueren a raíz de la dolencia.

Un total del 65 por ciento de las muertes están relacionadas con problemas cardíacos.